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miércoles, 29 de mayo de 2013

LATINVM AD LATRINAM (XII bis)



Una de las cosas más absurdas de mi lacunosísima educación clásica, ya lo dije, es no haber oído nunca hablar a nadie en latín. Del colegio, qué voy a decir, cada uno, profesor incluido, pronunciaba a voluntad, sin sentido y mayormente llano aquello a que no le siguieran dos consonantes en la penúltima. Las clases de la facultad, lo confieso, no las frecuenté mucho, pero fuera de leer mal lo que íbamos a traducir preparado de casa a continuación, no se oía mucho más latín. Para qué hablar de la poesía, de la que en toda la carrera recuerdo haber asistido a una recitación de unos 80 segundos. Iba poco, pero pregunté varias veces a los compañeros si se seguía recitando y me dijeron que no. No es que considere estas cosas fundamentales, y menos a mi nivel, nunca pienso verme en la tesitura de recitar un poema en latín, pero en fin…Es cierto que había una optativa de métrica en quinto, donde doy por seguro que se enseñaría a recitar y no a contar abstrusas entelequias temporales, pero la optatividad era irreal: en teoría dos asignaturas en cuarto y dos en quinto, pero se reducía a una en toda la carrera, pues en cuarto se nos dejó claro que ningún licenciado en la materia lo era de verdad sin cursar Lingüística Griega (I) y Latina (I), y que era recomendable seguir al menos con una de ellas en el último curso. En éste, mi única preocupación era acabar en Junio a cualquier costa, salvo el sagrado principio de poner lo menos posible los pies en el aula. Así que, para cubrir la vacante, hice una arriesgada encuesta entre mis compañeros para adivinar cuál sería la asignatura más concurrida y que se notase menos mi ausencia: la agraciada fue porphyreticum marmor.  [De modo que lo poco que sé del tema es por el CD de Clive Brooks incluido en Reading Latin Poetry aloud.]
[La evocación de mis estudios en la Universidad me recuerda que uno de los problemas del latín es la perversión del mundo al revés. En toda la carrera sólo tuve un año de literatura latina por tres de española, y otros tantos de esta lengua. En primero, mis asignaturas eran: una insufrible literatura española, lengua ídem, historia universal - que la profesora, licenciada también en clásicas, tuvo la sensatez de convertirla en griega y romana (pero que, por otro lado, tuvo la ocurrencia de darla los viernes por la mañana aunque las demás clases de la semana eran por la tarde: no iba), griego (al que no asistía por razones comentadas en otro lugar) y latín. Y así hasta cuarto.
 Los programas han cambiado, sí, pero no en el sentido que debieran: no se trata fundamentalmente de especializar más las clásicas, sino de que ocupen su lugar: ¿cómo puede haber un licenciado en una filología romance sin saber latín? Esto no pasa fuera, es típico de este país de  los  pseudosaberes  y del todas las opiniones son respetables . No sé si hacen falta filólogos en la vida moderna, pero si los hay, tendrían que tener un mínimo de nivel. ¿A qué van a la facultad los gallegohablantes y castellanohablantes?, ¿a qué les digan cómo se lee en su lengua?, ¿para eso pagamos los impuestos?
Ahora, por cierto, en Galicia puede haber una oportunidad. Los nuevos planes administrativos quieren eliminar las carreras con menos de 25 alumnos; por debajo de ese mínimo están la filología clásica de Santiago y las gallegas de diversas universidades (y no sé si la francesa). Aunque la gallega se salvará por motivos políticos, quizá no estaba de más que intentaran un título mixto en alguna de las numerosas facultades de esta tierra: filología gallega y latina (queda fuera el griego, claro, pero milagros no hay y será mejor eso que la desaparición; para convertirse en una subrama da igual 12 alumnos que cuatro). Sobre los contenidos no veo problema: de 25 asignaturas, yo estudié 5 latines, una literatura latina, dos lingüísticas latinas y un porphireticum marmor. Desde luego, la filología gallega saldría ganando: ascendería del dilettantismo militante y expansivo, por paniaguado, al que se reduce ahora, a un nivel por encima de la filología española (la que se da sin prácticamente latín). Yo creo que deberían intentarlo: quizá el resultado sería mayor que los sumandos.]

De estrambote, para digerir la monserga, voilà un grand-homme embarrasé avec le latin, primero con maestro y luego en solitario:
 
            M. l'abbé de Gouvon était un cadet destiné par sa famille à l'épiscopat, et dont par cette raison on avait poussé les études plus qu'il n'est ordinaire aux enfants de qualité. On l'avait envoyé à l'université de Sienne, où il avait resté plusieurs années, et dont il avait rapporté une assez forte dose de cruscantisme pour être à peu près à Turin ce qu'était jadis à Paris l'abbé de Dangeau. Le dégoût de la théologie l'avait jeté dans les belles-lettres; ce qui est très ordinaire en Italie à ceux qui courent la carrière de la prélature. Il avait bien lu les poètes, il faisait passablement des vers latins et italiens. En un mot, il avait le goût qu'il fallait pour former le mien, et mettre quelque choix dans le fatras dont je m'étais farci la tête. Mais, soit que mon babil lui eût fait quelque illusion sur mon savoir, soit qu'il ne pût supporter l'ennui du latin élémentaire, il me mit d'abord beaucoup trop haut; et à peine m'eut-il fait traduire quelques fables de Phèdre, qu'il me jeta dans Virgile, où je n'entendais presque rien. J'étais destiné, comme on verra dans la suite, à rapprendre souvent le latin et à ne le savoir jamais. Cependant je travaillais avec assez de zèle, et monsieur l'abbé me prodiguait ses soins avec une bonté dont le souvenir m'attendrit encore.
                                                                       ROUSSEAU, Confessions (l. III?, 1770?)
                 Après cela venait le latin. C'était mon étude la plus pénible, et dans laquelle je n'ai jamais fait de grands progrès. Je me mis d'abord à la méthode latine de Port- Royal, mais sans fruit. Ces vers ostrogoths me faisaient mal au coeur, et ne pouvaient entrer dans mon oreille. Je me perdais dans ces foules de règles, et en apprenant la dernière j'oubliais tout ce qui avait précédé. Une étude de mots n'est pas ce qu'il faut à un homme sans mémoire; et c'était précisément pour forcer ma mémoire à prendre de la capacité que je m'obstinais à cette étude. Il fallut l'abandonner à la fin. J'entendais assez la construction pour pouvoir lire un auteur facile, à l'aide d'un dictionnaire. Je suivis cette route, et je m'en trouvai bien. Je m'appliquai à la traduction, non par écrit, mais mentale, et je m'en tins là. A force de temps et d'exercice, je suis parvenu à lire assez couramment les auteurs latins mais jamais à pouvoir ni parler ni écrire dans cette langue: ce qui m'a souvent mis dans l'embarras quand je me suis trouvé, je ne sais comment, enrôlé parmi les gens de lettres. Un autre inconvénient, conséquent à cette manière d'apprendre, est que jamais je n'ai su la prosodie, encore moins les règles de la versification. Désirant pourtant de sentir l'harmonie de la langue en vers et en prose, j'ai fait bien des efforts pour y parvenir; mais je suis convaincu que sans maître cela est presque impossible. Ayant appris la composition du plus facile de tous les vers, qui est l'hexamètre, j'eus la patience de scander presque tout Virgile, et d'y marquer les pieds et la quantité; puis quand j'étais en doute si une syllabe était longue ou brève, c'était mon Virgile que j'allais consulter. On sent que cela me faisait faire bien des fautes, à cause des altérations permises par les règles de la versification. Mais s'il y a de l'avantage à étudier seul, il y a aussi de grands inconvénients, et surtout une peine incroyable. Je sais cela mieux que qui que ce soit.
             ROUSSEAU, Confessions (l.VI)
[1. ¿Cómo puede dar el mismo resultado estudiar latín con y sin profesor. 2 Por cierto, no me gusta nada Fedro para aprender el latín; es otra de mis obsesiones, de la que trataré algún día]


1 comentario:

  1. ¿Por qué razón no ibas a griego? Me dejas con la intriga.
    No te perdiste nada con la historia de los viernes por la mañana...
    Ya sabes, yo en aquella época era aplicada... Después la vida me perdió...

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