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jueves, 2 de mayo de 2013

LATINVM AD LATRINAM (VI): JOSÉ MARÍA DE PEREDA




Como la cita de hoy es medianamente larga, divido la entrada en dos, mientras entresaco lo mollar. El que quiera ir al grano puede sin perderse nada ir a tomar café y volver en cinco minutos; el que esté más desocupado, puede entretenerse mientras tanto con estas divagaciones:

1. [Ahora que se acerca el fin de curso, no me queda más remedio que abrir la mano– espero que no se enteren mis joyas de 4º ESO- y convertirla en colador, aprobando a todo aquel que me haya soportado un año entero soltando, como en Sotileza decía Colo,  aquellas marejás de palabronas en judío. Para darle un tinte de legalidad a esta decisión, me viene de perlas la inmersión hasta vacaciones en el  latín hablado. Cuelguen los hábitos de estudiante o vayan a seguir estudiando podrán decir de mí que soy un pésimo profesor, pero ninguno se irá diciendo lo del susodicho personaje:]

Escapéme, y primero me llevaran a presidio que al latín, ¡Dios!...; y al que se empeñara en esto, sería capaz de abrirle en canal, y me abriría a mí mismo tamién, ¡toña!...

[Muchos hombres sólo llevarán del latín la idea que les demos a sus 15 años. Con eso tomarán las decisiones en el futuro, incluído sobre nosotros. Era, por cierto, interesante saber de una vez exactamente a) cuántos alumnos cursan estudios a esa edad; b) cuántos de esos hacen la ESO y no formación profesional; c) cuántos latín y no otras asignaturas. d) cuántos cursaron latín en 1ºBAC el año anterior sin hacerlo previamente en 4ª ESO. Eso nos daríaalgo así como la Tasa Máxima Potencial de penetración en la sociedad. Valdría para hacer comparaciones entre Comunidades y saber exactamente cuánta influencia ganamos o perdemos con cada reforma]

            2. [¿Para qué sirve el latín? es la pregunta de muchos alumnos a la que nos enfrentamos los profesores todos los años. Ventaja: frente al vacuo engreimiento de los de Ciencias, inglés etc, no debemos tener  miedo a reconocer que ni vale para todo ni para todos.] Más Pereda:
  Aquel famoso don Lorenzo el Pegote, cura loco, que al fin acabó recogido en la Casa de Caridad, tuvo el mal acuerdo de que aprendiera latín un sobrino suyo, marinero de la calle Alta. Este infeliz muchacho entró en el Instituto ocho días después que yo, y sentóse a mi lado, con su elástica de bayeta amarilla, sus calzones pardos, sus zapatones de becerro, y oliendo a parrocha que tumbaba».
Cómo le entraría el latín a este alumno que apenas sabía deletrear el castellano, y dejaba el achicador y las faenas de la lancha para coger en las manos el Carrillo, júzguelo el pío lector. Ni en su cabeza cabían las más sencillas declinaciones, ni siquiera la idea de que pudieran servirle en los días de su vida para maldita de Dios la cosa

            3. [Como muchos compañeros, siempre me resistí a abandonar los ejercicios de composición (retroversión por mal nombre) - único rescoldo en este país durante muchos años del latín vivo - pero sin perder de vista el fin al que sirven. Si éste es el (limitado) de traducir a Eutropio, deben parecerse a su latín. No se puede dominar una lengua inexistente de todos los tiempos y estilos. Esto debe ser tenido en cuenta, en mi opinión y a otra escala, también en los métodos de latín hablado. Querer introducir a los ojos del alumno un montón de objetos comunes, lleva muchas veces a buscar vocabulario peregrino en fuentes de fechas y lugares lejanos (Plauto, Satiricón etc) que no tienen rendimiento, en algunos casos incluso sospecho que no existen: ¿esa denominación,  única en la literatura latina, es la común para nombrar el objeto o, por el contrario, es un dialectalismo, un nombre jocoso, una perífrasis etc? A los alumnos no les vas a decir aprendeos esto ahora pero olvidadlo enseguida, que no va a aparecer más.]

            ¿Y a qué viene esto? A la moneda con que saldo hoy mi deuda. Traigo conmigo  no personajes de ficción, sino las memorias o retazos de vida de Pereda Esbozos y rasguños, donde da cuenta de un cabestro latinista (aprox.1844) que deslomaba a varazos a los alumnos que no acertaban con unos ejercicios inverosímiles. Es obvio que no se trata de achacar al latín lo que hacían los que lo impartían; se trata de reflexionar sobre los ejercicios que proponemos en clase. Por cierto, si has llegado leyendo hasta aquí, ya tendrás subida tu bien ganada sportula. ¡A reírse!

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