Vistas de página en total

jueves, 16 de mayo de 2013

LATINVM AD LATRINAM (X bis)


            1.      Molière:

a)      Camelo latinizante
b)      Dos enunciados de gramática
c)      Frases de gramática/conversación latinas en (un intento de) latín hablado

             2.    Moratín:

a)      No hay camelo; se sustituyen por  unas estrambóticas ciudad e iunctura virgiliana.
b)      Se multiplican los enunciados gramaticales
c)      Las frases o son aforismos memorísticos o son de gramática latina pero escrita

Corre la absurda especie en libros y wikis de que Leandro Fernández de Moratín fue autodidacta, aprendiendo de las conversaciones de su padre y círculo de amigos. Más normal sería que su padre –que, por cierto, estudió en los jesuitas- decidiera educarlo con preceptores privados. Entre estos estaría el de latín, que se lo enseñaría por una gramática del tipo de la El arte explicado, y gramatico perfecto de D. Marcos Marquez de Medina (1750 aprox.) llena de mascula sunt maribus, ancipites profert vocales etc. pero con explicación castellana.  Y esto es lo que traduce Moratín. O sea, que en torno a 1800 ya no había latín hablado en la enseñanza laica.

           [Lo que más me revienta de todo, ya de estudiante, es el enunciado doceo;-es;-ere; docui; doctum que, sobre ser prueba infalible de que el latín es escrito, es absurdo por redundante. Lo máximo que llegué a encontrar como explicación fue un libro que decía: “y a estas formas se le añade la 2ª persona del singular para completar”. Obviamente, basta dar tres formas, las de cada tema y añadir el infinitivo sólo cuando el verbo es de la 3ªbis]

Pero para que no digáis que marcháis de aquí sólo con gramatiquerías, os voy a regalar una confesión personal y un Premio Nobel.

[Para elegir la optativas en 2º de bachillerato se hizo una votación (secreta) en clase, que determinó que no se impartiera griego (curiosamente, le faltaba un voto; no había profesor); como consecuencia estudié latín y matemáticas. Cuando me matriculé en la carrera, me dispuse en septiembre a aprender griego por la Gramática de Berenguer Amenós, pero no pasé del párrafo 30 ó 31 porque me puse enfermo dos semanas. Total, que fui a la primera clase sin saber palabra,  se lo comenté a la profesora y me cayó tal bronca que  no volví  a clase hasta mayo. Entretanto, retomé el estudio de la gramática en el párrafo 35 (la declinación), sin volver a leer lo anterior,  y me puse al día por mi cuenta. Saqué sobresaliente (el único en toda la carrera). Al año siguiente oí extrañado a unos compañeros hablar insistentemente del verbo “lyo” y entonces se me iluminó una conexión cerebral: “Es verdad que no se pronunciabaluo”…”], sobresaliente de barbero de Heinrich Böll en Casa sin amo:

            Cuando en la tienda no había clientes, el padre, amable y muy melancólico, entraba en la trastienda, fumaba un cigarrillo y le repasaba el vocabulario: en aquellos momentos  el oído de Schurbigel era extremadamente sensible y su espíritu se entristecía. Su padre nunca llegó a saber pronunciar bien las palabras latinas, decía genús en lugar de genus, áncilla en lugar de ancilla y cuando su hijo pronunciaba la palabra griega títhemi, aparecía en su rostro una sonrisa estúpida, porque sus asociaciones se efectuaban en un plano muy bajo.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario