Vistas de página en total

martes, 7 de mayo de 2013

LATINVM AD LATRINAM (VIII bis)


2.      Pero a fines de siglo esa forma de instrucción estaba prácticamente desaparecida. Y como testigo voy a traer a Gabriel Miró. No hay que dejarse engañar por la famosa escena de El obispo leproso, en la que la ceremonia de fin de curso se desarrolla íntegramente en latín. Es un discurso leído, un ejercicio de composición latina, desde el pomposo inicio:


 Quod felix faustumque sit rei litterariae omnibusque nostri gymnasii alumnis; praemia sequenti ordine consecuti sunt…

 hasta el gracioso final:

Macti, o iuvenes; hodie dignis praemia diribentur; quos vero spes fefellerit, animum ne despondeant, sumant vires, audeant aliquid dignum patria in annum proximum.

Esto es un espejismo. De la realidad cotidiana de Miró en el Colegio de Santo Domingo de Orihuela, dan más fidedigna idea sus memorias:

Si era en los Estudios cuando le avisaban a visitas, salía Bellver […]

Y Bellver salía, y yo me quedaba con la Epistola ad Pisones y el Diccionario Latino-Español de Lomas, delante de mis ojos, sin pasar en la traducción comentada de

                     Humano capiti cervicem pictor equinam
                     Jungere si velit... jungere si velit.. jungere si velit

           
3.      Más recientemente, en el 2011 topé con las siguiente citas en la novela Yo confieso de Jaume Cabré (n. 1947, Barcelona y, ojo, filólogo, por tanto interesado; desconozco si pasó por los jesuitas), donde el protagonista se queja del rollo del latín  [su padre, dice el protagonista, había estudiado cuarenta años en el Seminario en perfecto latín, ampliando estudios en Roma]:

- Dios no existe. Y podría esforzarse más con el latín. ¡Que está estudiando en los jesiuitas, caray!

Eso me afectaba más directamente. Ni Águila Negra ni el sheriff Carson dijeron esta boca es mía. Ellos no habían ido nunca a los jesuitas de la calle Caspe. Yo no sabía si era bueno o malo, pero según mi padre no enseñaban bien el latín. Tenía razón: estábamos en la segunda declinación y era un aburrimiento total, porque los niños no comprendían el concepto de genitivo o dativo. […]

...entré, cuarenta y tres pares de ojos me miraron con curiosidad y el señor Badia – por la frase que dejó en el aire, entendí que estaba explicando la sutil diferencia entre sujeto y complemento directo- interrumpió el discurso y dijo pasa, Ardèvol, siéntater. En la pizarra, Juan escribe una carta a Pedro. Tuve que cruzar toda el aula hasts  mi pupitre y me dio mucha vergüenza; me habría gustado que Bernat estuviera en mi clase, pero eso era imposible, porque él hacía segundo y yo todavía me estaba aburriendo en primero con las tonterías del complemento directo e indirecto, las mismas que nos explicaban en latín y que, sorprendentemente, todavía no entendían algunos compañeros. ¿Cuál es el complemeto directo, Rull?

            - Juan.- Pausa. El señor Badia, impertérrito. Rull, desconfiado, previendo una trampa, reflexionó profundamente y levantó la cabeza-. ¿Pedro?
                  - No. Fatal. No has entendido nada..
                  -¡Ah, no! ¡Escribe!
                  - Siéntate, desastre.                                                             
                  - ¡Ya lo sé! ¡Ostras, profe, que ya lo sé: es la carta. ¿A que sí?


Sobre el tiempo que viene después  no hace falta decir nada; lo de los seminarios lo pongo en duda y en todo caso debió ser hace mucho tiempo. Cuando acabé la carrera, murió mi padre y yo andaba sintiendo el frío del granito en los pies porque no tenía un duro, me topé con un compañero (no lo he vuelto a ver: se lo agradezco de nuevo) de estudios de infancia; no sé cómo, pero tenía algún cargo en el Seminario Mayor y, ¡oh casualidad!, andaba precisamente un profesor de latín para dar clases particulares a ultimísima hora a ciertos alumnos rezagados. Yo vi el cielo abierto y “me contrataron” (pagaban, por así decir, directamente los alumnos de su bolso). En aquella clase ninguno sabíamos latín. Y en el edificio entero supongo que tampoco. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario