Aquí va la ración semanal. Como el
personaje, escarnecido hasta lo grotesco, es uno de los más desarrollados de
las memorias (el capítulo XXXII Dar de beber al sediento le está íntegramente
dedicado y tiene una ridícula importancia
en el final Adán expulsado), no voy a reproducir todas sus intervenciones. De
hecho, reconozco que la exacerbación de la caricatura convierte en inverosímil
al personaje. Por eso, dejo de lado toda su pedantería literaria y sólo me
centro en las alusiones lingüísticas.
(Refiriéndose
Armando Palacio Valdés al tercer curso de bachillerato, debemos estar poco
antes de 1870). Disfruten:
“ Hay hombres que harían bien en no morirse nunca: uno de ellos mi catedrático de Retórica y Poética y ampliación de Latín en el tercer curso de bachillerato. Harían bien en no morirse, porque son la alegría del género humano, que tanta necesidad tiene de ella para soportar sus miserias. […]
«Hijo mío —decía al escandaloso que había confundido el pretérito
con el supino—: el veneno del vicio ha emponzoñado ya su alma infantil y se
enrosca en usted como una negra serpiente. Camina usted, lo advierto con el
corazón traspasado de dolor, camina usted por la senda tenebrosa a cuyo extremo
se halla el antro fatal del pesar y del remordimiento. […]
La
novela de un novelista: infancia y adolescencia
[Si a alguien no le llega y quiere apurar el cáliz hasta las heces, puede
en http://www.cervantesvirtual.com/portales/armando_palacio_valdes/su_obra_catalogo/]
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