[Hace
unos meses, unos amigos abogados me urgieron a que le buscase un lema latino
para su bufete, sin más indicaciones de objetivo, receptores etc. Tras hacerne
en vano el longuis, parí, a regañadientes y por salir del paso, el aborto:
Agere aude. No lo entendieron. Hace una
semana al caer en mis manos una tarjeta Res
iuris, me preguntaron mi opinión y dije que me parecía muy bien, seguro que
cumplía el objetivo, aunque no estaba exactamente en latín. Por cierto, si hay
por aquí algún latrinero, tomo rumbo
a Inglaterra, como escala hacia EE.UU. Si no llego mañana, lo haré el lunes
fijo]
Siempre
me pareció uno de los indicadores inequívocos del desastre de la asignatura los
latinajos que pululan por ahí. No me refiero a las citas latinas de los
periódicos (en las que a ojo de buen cubero calculo un porcentaje de errores
superior al 50%), sino a su uso en el mundo
económico. Teniendo en cuenta que aún hoy quizás casi un cuarto de la
población adulta del país ha tenido contacto con el latín al menos un año, es
significativo que su utilización correcta en publicidad o denominaciones sociales
se reduzca a su empleo en una sola palabra (y a veces). Es imposible encontrar
un mínimo sintagma en latín. O bien hay errores (morfológicos) o bien
directamente se descarta la segunda palabra latina: iría contra el principio
básico de comprensión del español medio-alto. De ahí los molierescos Reyal Urbis, Talentum Startups, Spes
Ingeniería y Construcción etc
Todo
viene a cuento del suplemento promocional del Arde Lucus (el nombre, por cierto, cumple la regla de oro de la
publicidad en latín) de hoy en la
Voz de Galicia, donde se publican las siguientes tres joyas. (No
critico el festival: hace más por el mundo clásico que un año de latín). Con todos ustedes:
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