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miércoles, 4 de junio de 2014

LATINVM AD LATRINAM (XXV): HAGÁMONOS UN FAVOR: EXAPTÉMONOS



      Se denomina en biología evolutiva exaptación (frente a adaptación; otros lo denominan preadaptación) al hecho de que un órgano dotado de una función original logre adaptarse para cumplir otra función. Por topármelo reiteradamente, colijo que el ejemplo canónico es el de las vejigas natatorias, que se convirtieron en pulmones cuando las primeras criaturas marinas se adaptaron a la vida en tierra. William H. Calvin (neurofisiólogo) y Dreck Bickerton (lingüista) aplicaron el concepto para explicar el origen del lenguaje (especialmente el paso del protolenguaje a otro sintácticamente complejo) en su obra Lingua ex Machina (ed. Gedisa, 2001).

[En el colegio tuve dos profesores de latín. El primero fue D. Ángel,  jefe de estudios, que impartía cada año cualquier materia a falta de otro profesor (francés, gimnasia, lengua, latín e informática; ésta, con un solo ordenador en el aula, el suyo, un Spectrum de 4K). En COU, un profesor de historia que contrataron aquel año y que además se encargaba de nuestra asignatura. Realizaron su trabajo correctamente y sin ninguna diferencia apreciable con el que cada especialista realizaba en su asignatura. Sólo se les puede achacar un defecto: no sabían latín. La situación del griego era ligeramente diferente: además de no saber griego, reconocían que no lo sabían (y que de nionguna manera contratarían un profesor). Por eso, no nos ofrecieron griego en la elección al final de 2ºBAC y estudié matemáticas.]

            Podría poner muchos testimonios de situaciones análogas, pero, por breve, he he elegido uno de Nicolás Estévanez y Murphy (1838-1914), militar cesante, ministro (efímero) de Guerra en la primera República, finalmente exiliado cuarenta años en Francia, donde se ganó la vida como traductor de la casa Garnier. En Mis Memorias se puede leer:

No he de cerrar esta página, consagrada a mis remembranzas infantiles, sin tributar un recuerdo a mis maestros de entonces. Aprendí a escribir con don Manuel Villavicencio, cabo de gastadores de la milicia nacional; fui discípulo mucho más tarde del ilustre don Juan Puerta Canseco; tuve por profesor de náutica y de francés al venerable don Miguel Maffiotte. Y aún recuerdo las polémicas sostenidas en mi casa cuando mi abuela recomendaba que me enseñaran latín, a lo que mi padre se oponía, por considerarlo inútil y hasta pernicioso. Al fin cedió mi padre, y recibí lecciones de un señor Benítez; pero los esfuerzos de este último no dieron resultado. Mi pobre abuela no consiguió que su  nieto llegara a saber latín... si bien aprendí lo suficiente para comprender que mi maestro tampoco lo sabía.

Unos días atrás, a raíz de un artículo de Carlos Cabanillas, ha habido un pequeño debate sobre el método ideal para enseñar latín. No voy a reabrir el tema extempóraneamente, en parte porque en lo fundamental todos estamos de acuerdo: debe haber complemento y no contraposición entre los métodos tradicionales y los activos modernos. Yo así lo hago, primando más lo gramatical por la mañana y lo oral en Adultos. Tampoco me importa reconocer, como apuntó uno de los que opinaron, que soy de los que he estudiado a fondo el método Orberg (y alguno más antiguo) para usarlo o adaptarlo a mis clases y resulta que he aprendido latín. Aunque sólo sea la prosodia: ¿hay alguien que pueda decir que no ha corregido la acentuación de una sola de sus palabras tras oír a otros en la red?

Sí quería decir una cosa. LOS INTENTOS DE RENOVACIÓN METODOLÓGICA Y LA PRODUCCIÓN Y EL INTERCAMBIO DE CONTENIDOS, EXPERIENCIAS Y OPINIONES, QUE, CON EPICENTRO EN CHIRON, y con conexión a redes sociales (ahora sigo en Twitter a una decena de compañeros), están teniendo lugar. NO TIENE PARANGÓN EN NINGUNA OTRA ASIGNATURA – y de esto puede dar fe cualquiera de los que todos los años damos otras asignaturas (Lengua, Historia, Economía etc) y pasamos más horas preparando una de ellas que para todos nuestros cursos. Por buenas páginas que, por supuesto, hay, están a años luz. Por eso, creo que todo el mundo debe aggiornarse, incluyendo el estudio a fondo y la experimentación con los nuevos métodos, y estar preparado para impartirlos, aunque luego lo excluya por inútil y se decante por el de siempre. Nadie mediría hoy la circunferencia de la tierra por el método de Eratóstenes, pero ¿qué profesor de física sería el que no fuera capaz  de explicar cómo se puede hacer? Además, no hay disculpa con la cantidad de material que circula por la red (vídeos de Yarbrough etc), que te permiten probar y valorar.

Es cierto que tanto garum, Playmóbil, Caperula Rubra, naves mersae etc. tienen su origen, como señala Álvaro Vilariño en Vae grammaticis, en la debilidad de nuestra asignatura en el mundo actual y en la escuela, lo que nos impulsa a intentar hacer el producto más atractivo, a veces hasta extremos risibles. Pero no lo es menos que al final del viaje sabemos más latín, más arte, historia, teatro, cultura, pedagogía, técnica (sí) etc  y, por lo tanto, estamos más preparados que los demás para hacer nuestra labor. Esto se llama exaptación. Aprovechemos la oportunidad: exaptémonos. La supervivencia puede ir en ello.

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