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martes, 4 de noviembre de 2014

ACCIDENTES DEL VERBO Y SITUACIÓN DE ESPAÑA


[1. Me han mantenido apartado de aquí diversas ocupaciones, de las que no es la menor el trabajo diario de las clases y su preparación. Pero no tengo intención de abandonar este pequeño altavoz para un profesor de latín, y mucho menos antes del final de curso, cuando dé cuenta de la experiencia y resultados de la aplicación del método directo a su enseñanza a los alumnos del bachillerato para adultos semipresencial, mi particular y, en cierta manera, obligado laboratorio: 50/100 minutos en semanas alternas; en 2ºBAC no llegan a 30 clases en el año, mismo temario y misma selectividad. Si fuera capaz de enseñar una lengua así sería millonario. La obra de ROUSE Latin on the direct method (1925) se puede descargar en PDF en http://www.classicalresourcecentre.com/arlt//DM/latin_on_direct_method.pdf 
2. Vuelvo, por su puesto, acorde con mi carácter, con una nueva sección. De hecho antes de decidirme por La ley del encaje, estuve barajando la posibilidad de llamarme Naywecka, nombre aplicado a la partida de Scar, el indio antagonista de Centauros del desierto: “una especie de torbellino que ahora está aquí y ahora allá…”  Quizá tenga algo de alma femenina, si hacemos caso al virgiliano Varium et mutabile semper femina, epifonema misógino elegido por Valentí Fiol en su magnífica Sintaxis Latina para ilustrar el atributo neutro de entes animados, con la versallesca, eso sí, traducción:  La mujer es siempre un ser variable y tornadizo. 
 3. Aquí va la primera entrada del Diccionario de términos filológicos (DTF) al modo de la ley del encaje, porque el de Lázaro Carreter y similares están anticuados y son muy aburridos. La primera entrada, LAS CATEGORÍAS VERBALES (con especial referencia al supino I), es un poco larga, pero está justificada por lo difícil del tema y por su rapante actualidad. Se dirige a los cargos portugueses en colonias del s. XVII pero yo creo que estaba pensando en la España del XXI. No en vano el Padre Vieira escribió también la História do futuro:]
Nicolau de Lira, sobre aquelas palavras de Daniel: Nabuchodonosor rex misit ad congregandos satrapas magistratus et judices, declarando a etimologia de sátrapas, que eram os governadores das províncias, diz que este nome foi composto de sat e de rapio. Dicuntur satrapae quasi satis rapientes; quia solent bona inferiorum rapere: «Chamam-se sátrapas, porque costumam roubar assaz.» E este assaz é o que especificou melhor S. Francisco Xavier, dizendo que conjugam o verbo rapio por todos os modos. O que eu posso acrescentar, pela experiencia que tenho, é que nao só do cabo da Boa Esperanca para lá, mas também das partes daquém se usa igualmente a mesma conjugação. Conjugam por todos os modos o verbo rapio; porque furtam por todos os modos da arte, nao falando em outros novos e esquesitos, que não conheceu Donato nem Despautério. Tanto que lá chegam, começam a furtar pelo modo indicativo, porque a primeira informação que pedem aos práticos, é que lhes apontem e mostrem os caminhos por onde podem abarcar tudo. Furtam pelo modo imperativo, porque, como tém o mero e misto império, todo ele aplicam despoticamente as execuções na rapina. Furtam pelo modo mandativo, porque aceitam quanto lhes mandam; e para que mandem todos, os que não mandam não são aceitos. Furtam pelo modo optativo, porque desejam quanto lhes parece bem; e gabando as cousas desejadas aos donos delas, por cortesia sem vontade as fazem suas. Furtam pelo modo conjuntivo, porque ajuntam o seu pouco cabedal com o daqueles que manejam muito; e basta só que ajuntem a sua graça, para serem, quando menos, meeiros na ganãncia. Furtam pelo modo potencial, porque, sem pretexto nem cerimónia, usam de potência. Furtam pelo modo permissivo, porque permitem que outros furtem e estes compram as permissões. Furtam pelo modo infinitivo, porque nao tem fim o furtar com o fim do governo, e sempre lã deixam raízes em que se vão continuando os furtos. Estes mesmos modos conjugam por todas as pessoas; porque a primeira pessoa do verbo é a súa, as segundas os seus criados e as terceiras, quantas para isso têm indústria e consciência. Furtam juntamente por todos os tempos, porque do presente (que é o seu tempo) colhen quanto dá de si o triénio; e para incluirem no presente o pretérito e futuro, do pretérito desenterram crimes de que vendem os perdões e dívidas esquecidas das que se pagam inteiramente; e do futuro empenhan as rendas e antecipam os contratos, com que tudo o caído e não caído lhes vem a cair nas mãos. Finalmente, nos mesmos tempos não lhes escapam os imperfeitos, perfeitos, plusquamperfeitos, e quaisquer outros, porque furtam, furtaram, furtavam, furtariam e haveriam de furtar mais, se mais houvesse. En suma que o resumo de toda esta rapante conjugação vem a ser o supino do mesmo verbo: A FURTAR PARA FURTAR.

            (PADRE ANTÓNIO VIEIRA, Sermão do Bom Ladrão, 1655)

jueves, 2 de octubre de 2014

HE VUELTO: PAULULUM DE VITA

         El viernes pasado, fumando un pitillo apoyado en el muro del centro tras acabar jornada, se me acercó la compañera de filosofía y me hizo la siguiente pregunta intempestiva (y siempre inoportuna): “Oye, tú… ¿por qué estudiaste latín?”. Una vez recuperado tras casi apágarseme el cigarro, desvié el golpe con un argumento ad sartaginem: hazte allá, que me tiznas, con lo que, para mi tranquilidad, acabó hablando de por qué ella estudió filosofía: compañeros, juventud, ambiente político, salir de casa y toda esa serie de circunstancias exteriores en las estábamos de acuerdo que suelen envolver las grandes elecciones vitales.
            
         Harto de justificar para qué sirve el latín, lo que me faltaba es tener que explicar por qué lo estudié, pregunta tanto más difícil cuanto que incluye la otra y supone poco menos que un análisis de toda tu vida. Y un viernes al salir de clase. Obviamente no lo hice entonces allí (ni lo voy a hacer ahora aquí) y le prohibí a mi cerebro que pensara en ello. Pero como este obedece con dificultad, en protesta se empeñó en traerme a la memoria cosas de 30 años atrás.

             Por las fechas de publicación de los ejemplares que guardo, empecé a leer la revista Don Miki – cuyo enésimo intento de reimpresión por planeta deagostini tiene lugar estos días- con ocho o nueve años. Desde entonces, no he dejado de releerlo, aunque con intermitencias, claro. No puedo fijar la secuencia exacta, pero supongo que se asemejará a la siguiente: lectura repetitiva hasta los trece; vergüenza, rechazo y ostracismo  durante la adolescencia; descubrimiento un sábado universitario pasado en cama ahíto de salir y de leer sesudos tratados filológicos; olvido obligado durante los duros tiempos personales y familiares al acabar la carrera; redescubrimiento en tiempos ya alegres al mover tal mueble y… relectura hasta hoy con cualquier disculpa: limpieza, sobrinas, reediciones etc.

           No me acuerdo bien, pero supongo que de pequeño me gustarían las historietas más infantiles. De lo que sí estoy seguro es de cuáles son las que me gustan y releo desde los once o doce años: las de Donald, sobrinos,  Gil Pato (y Rockerduck, menos). En concreto, las que además de una buena trama tienen el hilo conductor del enfrentamiento: generacional, de clases, de caracteres. En ellos aprendí la mis primeros conceptos económicos y políticos (que preguntaba a mis padres):


 
     
       Por aquel entonces, error que persistió mucho tiempo, pensaba que las aventuras venían de EE.UU y simplemente las traducían. Me llamaba la atención, eso sí, que en la lucha entre fantastimillonarios el arriesgado, moderno y americano Rockerduck siempre llevaba las de perder ante el tacaño, tradicional y europeo Gilito. Después, con más uso de razón, sospechaba que las historietas retrataban nuestra sociedad y no la anglosajona. En todo caso, lo que tenía claro era que los guionistas habían pasado por la clase de latín:

   

  





        Una cosa que me chocaba es que en medio de un vocabulario de nivel muy alto  (superior, por cierto, a la de un bachiller medio de hoy: he hecho la prueba) había faltas de ortografía, especialmente con las haches. Cuando ya me había decidido por estudiar latín en la universidad, esto y otras pistas me llevaron a la conclusión de que estaban escritas originariamente en italiano:




             Después, ya con Internet, me enteré de que la revista se producía en diversos países, entre ellos, en Italia: la revista Topolino, donde publicaron guionistas como Rodolfo Cimino, Silvano Mezzavilla, Romano Scarpa y tantos otros (sin olvidarme de los dibujantes: Massimo de Vita), Desde aquí rindo homenaje a estos maestros míos por la  geografía, historia, derecho, mitología y vocabulario que aprendí y también por…

… presentarme al primer profesor de latín del que tuve noticia, en:

 Patomás y la escuela del Krimen

 
Todo empieza cuando el Tío Gilito va en busca de su sobrino para un trabajito:




 Un profesor de latín aún más peculiar de lo habitual:
  

 









         
Entre los muebles buscan un mensaje que dé una pista del escondrijo del dinero, pero los antiguos discípulos latinistas diurnos reaparecen y les ponen las cosas difíciles:




 











Donald se transforma en Patomás, se deshace de la banda y debe interpretar el mensaje en clave:


           
Las cus le llevan al gimnasio, pero allí debe elegir la solución correcta:


           

            Facilito, ¿no? Pero para mí entonces no lo era y tuve que esperar a que los tres sobrinos me lo desvelaran. Quién sabe si en mi decisión de elegir latín pesaron asociaciones de mi primer encuentro con un profesor de latín: con la doble vida y lo delictivo, con lo arcano y cifrado, con el reto a la inteligencia y la cultura usada con un fin útil, cuya interpretación (y en eso no me engañé) te da acceso a un tesoro...